Las críticas y las presiones a nuestra figura o al físico desde que somos niñas, en nuestros vínculos familiares: “estás muy flaca tú, vas a tener problemas”, “le falta color a tus mejillas, ¿cuánto pesas?”; “si no controlas todo lo que comes, siempre vas a ser gorda”; “estás rellenita”, hacen daño, hacen sentirse mal, producen inseguridades.

No necesitamos que las niñas crezcan con complejos y odio a su cuerpo. Las niñas deben saber que una talla de la ropa no define su hermosura, simplemente necesitan una alimentación más saludable y estar emocionalmente estables. (O)

Karla Daniela Valencia García, estudiante, Quito