Delincuencia y consumo de drogas es una realidad creciente en Ecuador, producto de que las leyes no protegen a los ciudadanos de bien, no permiten la defensa propia; sí permiten el consumo de sustancias psicotrópicas, crean escenarios perfectos para la crisis de la seguridad.

En la ciudad de Guayaquil, ciudadela Alborada, en las múltiples etapas no existen policías; hay parques abandonados convertidos en áreas inseguras para los niños, transeúntes; asaltos, tráfico y consumo de drogas. En la etapa 11, manzana 27, suceden todos los delitos. Los miembros de las UPC (Unidades de Policía Comunitaria) nunca llegan al punto del problema.

En la ciudadela Sauces 2, que también está ubicada en el norte de Guayaquil, recientemente un adulto mayor fue agredido, golpeado, asaltado por consumidores de drogas; se llamó a la policía, no acudió, fue necesario realizar más llamadas enérgicas y luego de horas llegó.

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No existen planes con el objeto de mitigar las olas delictivas. No hay reformas de las leyes. Los asambleístas están preocupados por iniciar el juicio político al presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, pero en ningún momento los hemos visto así presurosos por tomar medidas drásticas para frenar toda la delincuencia y la violencia que estamos viviendo. Falta presencia de policías y acción inmediata por parte de ellos. Realizamos llamadas por teléfono, tocamos botones de pánico, etc. No existen respuestas.

Hay pocas patrullas en las ciudades, despliegue de personal militar vestido de civil durante todo el día, especialmente en las zonas donde hay más comercios, ya que son puntos estratégicos para los asaltos, extorsiones; y en las áreas desoladas, oscuras, que las utilizan para tráfico y consumo de drogas, etc. (O)

Maritza Isabel Chávez Tigrero, ingeniera en electrónica y telecomunicaciones, Guayaquil