Con júbilo conmemoramos el 10 de diciembre los 74 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la Organización de las Naciones Unidas, ONU, para reconocer en el mundo la dignidad intrínseca de todos los seres humanos y que todas las personas donde quiera que estén nacen libres e iguales, cualquiera que fuere su nacionalidad o condición social, política o económica.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos es el reconocimiento universal de que todos los miembros de la familia humana tienen derecho a vivir en condiciones cónsonas a su dignidad en todo tiempo y lugar. Condiciones cónsonas significa que todo hombre o mujer, niño o adulto pueda disfrutar de sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y colectivos. El Estado, que es una creación humana, tiene el deber de respetar y garantizar el libre ejercicio de nuestros derechos y libertades: libertad de expresión y comunicación, derechos de participación, soberanía popular, ejercicio del poder, rendición de cuentas, revocatoria del mandato, vida, integridad, seguridad personal, acceso a justicia transparente, derechos del buen vivir, o sea educación, salud, alimentación, trabajo y bienestar; combatir el desempleo, el hambre, la desnutrición y la corrupción. Igualmente el Estado debe garantizar el cuidado del medio ambiente, la no contaminación, el uso de los recursos alimentarios, no renovables, y su preservación para las futuras generaciones. Es un ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, para que los individuos y las instituciones promuevan, mediante la educación, el respeto a estos derechos y libertades. ¡Que la Declaración Universal de los Derechos Humanos que son tuyos y de todos, sea la oportunidad para convertirnos en sus defensores! (O)

Franklin Moreno Quezada, doctor en Jurisprudencia, Guayaquil

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