La palabra adolescencia deriva del latín adolescens ‘joven’ y adolescere ‘crecer’. La Organización Mundial de la Salud la describe como la etapa que transcurre entre los 10 y 19 años. Y Wikipedia, como un periodo de desarrollo biológico, psicológico, sexual y social inmediatamente posterior a la niñez y que comienza con la pubertad.

Pocas veces nos detenemos a pensar qué involucra iniciar esta etapa de cambios, toma de decisiones y crecimiento.

Todos queremos tener libertad, tomar decisiones, ganar dinero, no pedir permiso, comprarnos cosas, decidir sobre la comida y hacer todo eso que pensamos que vamos a poder ‘siendo grandes’. Pero cuando ya somos ‘grandes’ queremos volver a ser niños.

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Ser adolescente es una etapa llena de dificultades, confusiones, ilusiones, transiciones, cambios y decisiones que pueden dejar marcas de por vida. Se inician las incomprensiones, los encuentros con la sociedad sobre lo que está bien o mal, las decepciones y las creencias van acentuándose. Cuando transitamos por la adolescencia vamos descubriendo nuestros gustos, a qué le dedicamos tiempo, nos cuestionamos si ese extracurricular al que fuimos probablemente obligados va a permanecer con nosotros. Inicia nuestra vida social más libre, la decisión del grupo de amigos, muchas veces nos cuestionamos cuál es el sentido de la vida, soñamos con decisiones que pensamos que vamos a poder tomar llegada una cierta edad, y lo más importante es que decidimos la profesión en la que vamos a desarrollarnos por el resto de nuestras vidas.

Cuando somos padres de adolescentes ‘utilizamos nuestra propia referencia’, pero los tiempos cambian. Es importante la disciplina positiva, que se inicia en la infancia y recurrir a un psicólogo si es necesario para establecer una buena comunicación. Los padres se pueden convertir en ese líder que sus hijos necesitan admirar. También hay que trabajar en la autoestima de los jóvenes, que genera confianza en su crecimiento.

Dejemos a nuestros hijos ser adolescentes, transitar esos momentos de confusión, de soledad, de desapego, de crecimiento, de ilusión por el mundo, pero acompañándolos en el proceso. (O)

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Marianella Moreno, psicóloga, Guayaquil