El lunes 21 de febrero se conmemoró el día del bibliotecario. Hablar del bibliotecario es una forma de elogiar la cultura, es en la biblioteca el lugar donde inicia con amor sus diálogos con los libros y organiza los tesoros intelectuales que tiene a su cargo, de modo que se los emplee debidamente; es un colaborador de los lectores de estudio en sus investigaciones, un divulgador del saber entre las clases sociales, un educador real y efectivo del pueblo.

El bibliotecario, la biblioteca y el libro en la historia cultural del hombre han caminado juntos. Antiguamente el bibliotecario era el celoso guardián de los libros que los ubicaban en catedrales y universidades en armarios especiales, se extendió la costumbre de fijarlos con una cadena a una mesa o un pupitre donde podían leerlos; esta práctica que aseguraba su permanencia en el lugar fue el origen de los libros encadenados que estaban disponibles para todos los lectores. El libro sale de los conventos para ser leído por las muchedumbres de selección, era el instrumento aristocrático de transmisión de la cultura; con el caminar de los años el progreso técnico aceleró su difusión. (O)

Matilde Altamirano Silva, licenciada en Bibliotecología, Quito