La eliminación del subsidio al diésel a gran parte del sector camaronero ‘levanta la alfombra’ de algo que queríamos esconder. Los camaroneros usan diésel para bombeo de agua porque en gran parte no tienen electricidad, pues el sistema eléctrico en la Costa ecuatoriana está colapsado.

Las redes de distribución eléctrica no llegan al área rural y las líneas de 30 años de antigüedad no suelen tener capacidad. Para el proyecto de electrificación de la CAF, la CNEL– EP no es sujeta de crédito, le debe a su proveedor de energía a la CELEC–EP más de $ 100 millones y su enorme burocracia estrangula su economía. Urge que se permita a los inversionistas privados autogenerar su propia energía en especial renovable, pero hace un año se suspendió la regulación que promovía la autogeneración de los inversionistas privados, creando un ambiente de inseguridad jurídica nefasto.

El siguiente paso es que se permita construir redes eléctricas a costo de inversionista, compensada con futuros consumos de electricidad. Para eso ya existe en la CNEL el esquema ‘contratos de excepcionalidad’, y no es ágilmente aplicado por las trabas regulatorias presentes. El sector productivo está desesperado por este servicio fundamental y dispuesto a invertir en redes eléctricas, sin embargo, las regulaciones de la Agencia de Control Eléctrico no lo permiten.

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Sin electricidad no hay petróleo ni minería; el ideal 1 millón de barriles por día de crudo no se cumplirá porque no hay energía, a pesar de tener gas asociado que podría producirla.

Y, por su parte, el sector camaronero necesita 2 mil megavatios.

No solo es dar un servicio básico, sino fortalecer la dolarización, generar más empleo, más ingresos al fisco y al sector eléctrico (aunque los mal use), potenciar a otros como minería, petróleo, aliviar el cambio climático...; y todo esto con inversión privada. (O)

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Mauro Gabriel Intriago Legarda, ingeniero eléctrico, consultor; Guayaquil