En los actuales momentos, factores inadmisibles tratan de desmejorar a esta ínclita ciudad modelo de Latinoamérica, Guayaquil.

Estimo que no lo vamos a permitir sus verdaderos hijos que anhelamos la paz y la tranquilidad. Es decir, buscar el respeto del hombre para el hombre a costa de un sacrifico propio. Siendo una ciudad metrópoli con asentamiento y expansión de propios, foráneos y extraños han puesto sus esperanzas como emprendedores en los diversos negocios existentes. La ciudad, por tener la denominación de la capital económica del país, con cerca de 3 millones de habitantes, está sufriendo embates del temporal, enfermedades pandémicas (basura, falta de medicinas, etc.), administraciones públicas convulsas, inseguridad ciudadana (asaltos, crímenes, etc.). Solo la buena voluntad del guayaquileño le permite mantenerse sobrio. Es importante mantener la cultura e idiosincrasia en sus habitantes, que sigan guardando el respeto a sus semejantes.

Si fuera oportuno, solicito a Acnur (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) ayuda internacional por parte de Cancillería, para que favorezca a ciudadanos que se han instalado en esta ciudad, estimo que son solo transeúntes, debiéndose crear centros de emergencia hospitalaria, comedores populares y dormitorios públicos (existen muchos edificios desocupados). (O)

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José Víctor Arrobo Reyes, economista, avenida Samborondón