Pululan personas con letreros: “Vengo de Venezuela, no tengo qué comer”; vendedores de fundas, o caramelos...; caminantes mujeres y hombres bien vestidos, o si no tienen rastras o pelo pegado en nudos por suciedad y no cortarlo durante meses; los cabezas rapadas; cabellos parados morados, celestes y aretes en la nariz, boca, cejas; tipos con mochilas, gorras, gafas, van y regresan por la misma cuadra, miran, se arriman en paredes, solo chatean por celular; “recicladores” con chuzos en la cintura debajo de un cinturón observan por las cercas de las casas; conjunto de niños, adolescentes y jóvenes “cuidacarros” y “guías de tránsito” para ayudar a los conductores a estacionarse en las calles, cobrando; hombres solos y parejas maduras (30 y pico, 50 años), menores (8, 10, 17 años); etc. En el fondo, el deseo es ganar dinero del público que circula, consume, emprende.

Hacen, donde hay semáforos, shows con cuchillos, antorchas encendidas; algunos bien vestidos caminan preguntando por direcciones, personas, familias, negocios; o persiguen pidiendo que les compren; tocan los timbres de las viviendas, piden plata; quieren hablar ‘algo importante’ con algún miembro de la casa, ya que son ‘conocidos, amigos, excompañeros de trabajo’ de la señora que vive en este departamento; etc. Desaparecen a las 19:00, 20:00, 22:00, 02:00, se pueden ir en taxis, camionetas que van a recogerlos.

No solo es actividad informal, mendicidad; no solo es que el ciudadano los ayuda con 50 centavos, 1, 10, 20 dólares, un sánduche, un jugo, un almuerzo, según tus posibilidades económicas; sino que es desorden, descontrol, inseguridad, acoso que te siguen, insisten, se te paran junto al carro y no puedes dar marcha; se prenden del timbre de la casa, estás sola y piden que abras. Ejemplos: Kennedy, Urdesa, Miraflores, Alborada, ciudadelas Pradera, del Periodista... (O)

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Ana I. de Cabrera, Guayaquil