Temprano en la mañana las aves y los insectos por mi barrio salen a volar, cada especie lo hace a su manera; palomas, gaviotas, pájaros, mariposas, chapuletes vuelan rápidamente de un lado a otro del barrio Astillero de Guayaquil.

Pero en todo caso, cada una de las aves y de los insectos alaba a Dios, agradecidos y alegres por el nuevo día; natural e instintivamente cumplen con lo señalado en el Salmo 150:6 de la Biblia que dice: “Todo lo que respira alabe a Dios”.

Esta actitud instintiva de los animales irracionales debería ser imitada y superada por algunos seres humanos que se valen de su alto nivel intelectual para negar la existencia de Dios o menospreciarlo, en lugar de usarlo para agradecerle por su aliento de vida que nos lo da todos los días y que nos hace vivir esperanzados a pesar de la circunstancias difíciles que podamos pasar. (O)

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Miguel Ulloa Paredes, Guayaquil