El Centro de Predicción Climática de la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica) de Estados Unidos informa que La Niña está en pleno desarrollo y se extenderá hasta los primeros meses del 2022, con nivel de confidencia del 87 %.

En efecto, aguas superficiales con temperaturas inferiores al promedio cubren el océano Pacífico central y especialmente oriental, regiones 3 y 1+2; gran parte de este espacio marítimo está cubierto con agua cuya temperatura superficial varía entre 18 y 23 °C; se espera que el clima marino-costero entre enero y febrero de 2022 responda a las bajas presiones que provienen de Perú, y luego que el mar alcance las condiciones neutrales y se debiliten los vientos alisios del sureste, lo harán también las bajas presiones de la zona de convergencia intertropical (ZCIT), resultando precipitaciones deficitarias a normales. El menor volumen de agua de mar que ingresa a los estuarios, el déficit de precipitaciones y el volumen de agua dulce que entra a estos aumentará el tiempo de recambio de agua con peligro de dañar su calidad; esto la industria acuícola toma en cuenta para mantener sus niveles de producción. De otro lado, La Niña es favorable a las pesquerías de especies pelágicas y migratorias con beneficio para la industria de enlatados y harina, pesca artesanal y áreas protegidas como la reserva marina de Galápagos por la conservación de su biodiversidad a consecuencia de las aguas afloradas que trae la corriente de Humboldt, y del afloramiento en el lado occidental del archipiélago; ambas masas de agua son ricas en nutrientes y oxígeno. El mayor impacto de La Niña es el déficit de lluvias, mas se entiende que las represas para mitigar inundaciones en la cuenca baja del río Guayas también mitigan la sequía y aseguran agua de riego, bebida, y conservan los ecosistemas fluviales. (O)

Hernán R. Moreano Andrade, militar (S.P.), máster en Oceanografía, Guayaquil