Siendo pequeños jugábamos carnaval entre la familia y podíamos salir con globos llenos de agua para jugar. A medida que crecía encontramos las caminatas a lo largo del malecón de Salinas, bajábamos a la playa con la artillería, carioca en mano y balde de globos para jugar carnaval. Con mis hijos pequeños, la novedad era prepararse con pistolas de agua y globos en el balde de la camioneta de la tía y no podía faltar la espuma carioca para diversión.

He notado que este juego cada vez se ha ido convirtiendo en uno mucho más agresivo y ofensivo, en años posteriores ya no solo estaban presentes el globo de agua y la carioca, ahora venían con lodo, huevos, cervezas, orina, lo cual ya no permitía tener un juego de carnaval que sea inofensivo. Hoy estoy sorprendida al ver cómo un grupo de las nuevas generaciones han tergiversado un juego sano en algo violento, al punto de sacudir vehículos para luego abrirles las puertas y meterse dentro para mojar a los pasajeros, a más de ello, hay una notoria falta de valores, descontrol y una hipersexualidad que cae en la vulgaridad y en el bochorno. Me refiero a un video que circula por redes en donde se observa una mujer, de la cual puedo pensar que estaba pasada de tragos y un hombre que más bien parece un abusador, en una escena muy despreciable, sin pudor y quienes están a su alrededor celebrando y filmando estas acciones inmorales, demostrando que tenemos una falla social. Me pregunto lo siguiente: ¿qué paso con la familia? ¿Dónde fueron los valores? ¿Dónde está la moral? ¿Dónde dejó la dignidad? No podemos dejar que esto se vuelva normal, no podemos dejar que los antivalores gobiernen nuestro país, defendamos la moral, recuperemos los valores en educación y eso solo lo puede hacer cada familia, hagamos que prevalezcan los principios morales y cristianos y sobre todo una base en el ejemplo. (O)

Sara María Romero Aguirre, Guayaquil