En víspera de cumplirse el día universal de las madres, nos aprestamos a recordar esta emotiva fecha llena de rosas y agradecimientos.

Las rosas son el mejor obsequio y hoy preparar la serenata para ellas y demás detalles. Yo ya no lo puedo hacer, porque ella ya no está. Mi corazón está afligido. Recuerdo los buenos años cuando quince días antes preparábamos la reunión familiar y comprometíamos nuestra presencia para ese día tan especial; era imperdonable no estar en la casa de mi mamá, su hogar con ese calor humano que toda la vida nos dio, el buen amor sin esperar nada a cambio. Era un día de fiesta familiar: los tíos, los hijos, las nueras, los yernos, los nietos, los bisnietos y hasta los tataranietos participábamos en la reunión; nadie quería faltar.

Ver al tío Germán animar la tarde. Ver al familiar Jorge Bruno cantar y hacer llorar a las madres, no sé si por el canto o por la emotividad del momento. Ver a mis hermanas cuidando el último detalle, que no faltara nada. Ver a las nietas haciendo karaoke, cantándole cada una a su mamita. Ver la coronación de ‘la madre símbolo’ que todos los años la solíamos hacer en familia. Ya, más tarde, se abrían los obsequios, las fotos, en fin... Esa, la imagen familiar, siempre la guardaré en mi corazón, el sentir que te esperan y debes llegar a la cita donde la mujer que te amó hasta el último suspiro de vida; ver vibrar las fibras más tiernas, ver deslizar una lágrima por sus mejillas al escuchar la primera canción tan tierna, tan especial; tener el abrazo maternal más hermoso del mundo. Ella ya no está con nosotros; está ante la presencia de nuestro Creador, gozando de la paz eterna....

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Cuando estemos en la presencia de Dios hijos y madres, juntos seguiremos amándonos con nuestras queridas madrecitas. Mis sentimientos de cariño y recuerdo para todas esas madres guerreras. (O)

Jorge Humberto Bruno Flores, arquitecto, Guayaquil