La entrada en vigor de la Ley de Comunicación, modificada para hacerla racional, respecto a las pretensiones de un grupo de asambleístas de crear una Ley que sirva de tapaboca a la población en general, es un golpe duro y bajo a la ignorancia.

Es ignorante quien se cree dueño de la verdad, y lo es más todavía el que pretende que un aparato estatal tenga la potestad de imponer una verdad a la población.

La ignorancia es un mal que ha crecido extraordinariamente en el Ecuador, gracias a la mediocridad de muchos profesores, agrupados en un movimiento político que vive del dogmatismo extremo y no impone a los maestros la altura que deben tener.

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Tenemos demostraciones de ignorancia en casi todo los niveles, pero el peor de todos es la Asamblea, donde impera la mayoría del voto, sin tener en cuenta los intereses de país, que es para lo que fueron elegidos. Apoyar la imposición como ley del autoritarismo sobre el pensamiento y la opinión es propio de bárbaros, solo visto en agrupaciones sociales o políticas conformadas por personas del más bajo nivel educativo.

Falta que se den muchos más golpes a la ignorancia, que se mejore el nivel cultural y educativo de una gran cantidad de maestros es uno de ellos, que la educación se reparta de manera equitativa entre todos los estudiantes, con esto se disminuirá mucho la delincuencia y el crimen organizado. La tarea de la educación no es solo del Gobierno, es también de los gobiernos seccionales, que en lugar de quejarse de abandono deben encontrar la manera de contribuir. Por lo pronto, me siento complacido con este golpe a la ignorancia. (O)

José M. Jalil Haas, ingeniero químico, Quito