El porvenir del país es una fiel representación de un poema de Mario Benedetti: Lento, pero viene; así, vamos de tumbo en tumbo día tras día, semana a semana, mes a mes y año tras año. El tiempo se agota y la esperanza de un mejor porvenir se pierde entre buenas intenciones, protestas, escándalos, desidia.

Ante tal escenario, las esperanzas de un futuro más auspicioso parecen esfumarse y nos absorbe una nube de pesimismo, que sumados a la deuda externa, al déficit fiscal, al desempleo, nos dejan sumidos ante una profunda depresión. Si bien el panorama que muestran las noticias no es halagüeño, no es menos cierto que este país ha sido bendecido por una belleza natural inconmensurable, con una riqueza mineral, ictiológica y agrícola envidiable; pero por sobre todas las cosas, por gente buena y bien intencionada que aunque dispersa y confundida, es una mayoría frente a las lacras de los escándalos de parte de quienes ocupan los titulares en los medios de comunicación. En definitiva, y viendo el balance final, podemos concluir, como decía Facundo Cabral, “no estamos deprimidos, estamos distraídos”. Las distracciones y los obstáculos en el camino deben servirnos para dar ese salto hacia adelante y no para ser objeto de contemplación y circo. (O)

Álvaro Eduardo Suárez Delgado, Guayaquil