No siendo mi especialidad determinar cuáles serían los caminos apropiados y efectivos para orientar y quizá interesar a los mal llamados ‘padres de la patria’ y al ‘primer caballero’ (no le alcanza el desempeño del cargo que ostenta para decir “yo, presidente”), me siento motivado a solicitar a estos indolentes señores: ¡hagan algo por los ecuatorianos respecto a la despiadada delincuencia que nos agobia!, que está hundiendo al país tan activo y sano por lo menos en un 98 % (por supuesto, ese 2 % es, según mi humilde criterio, atribuido a sanguinarios delincuentes, errados políticos y corruptos por tradición).

Y esa acción debe ser traducida a estrictas leyes que condenen a los malos juzgadores y juzgados.

Si no tienen cacumen suficiente, que imiten, que se pregunten: ¿por qué en países que no tienen similitud con el nuestro no se da este salvajismo y brutalidad acompañados de insaciable ambición? ¿Es que acaso terminaremos anhelando una dictadura?, ‘gobierno’ en el cual se puede sanear sin contestar y eliminar sin preguntar. (O)

Publicidad

Miguel Estrada Ruiz, Salinas