Recibí una llamada telefónica del banco privado en el que tengo mis ahorros; me informaron que desde ahora recibiré los saldos mensuales de mi cuenta en mi celular, y por este servicio me debitarán $ 2 mensuales. Respondí que no aceptaré que nuevamente me perjudiquen sustrayendo de mis ahorros valores por servicios no solicitados.

Hasta hace poco, ese banco me debitó mensualmente por más de un año, sin mi autorización, valores por cuatro seguros que nunca solicité y que ‘me vendieron’ sin mi conocimiento. Fui muchas veces a la entidad bancaria para tramitar mi reclamo, la empleada del banco dijo que no era culpa de ellos, que cierta compañía de seguros les dio mis datos para estos cobros porque yo les había ‘autorizado’ telefónicamente. ¡Falso! Fui a esa compañía de seguros y pedí escuchar la grabación en la que supuestamente yo había autorizado el cobro; me pusieron una grabación con tanto ruido de fondo que no era posible entender nada. Dijeron, “lamentablemente la grabación no está buena”. Pedí la fecha de la grabación; me dieron una fecha bastante posterior a la que el banco empezó a cobrarme. Volví al banco con esta información; dijeron que en unos días recibiría la respuesta a mi reclamo. Días después recibí en mi celular un mensaje que decía que mi reclamo había sido considerado improcedente y que yo podía acudir a la Superintendencia de Bancos. Gracias a la intervención de un periodista, también víctima de igual perjuicio, que denunció por televisión su caso y otros similares, la autoridad competente vetó estos cobros bancarios ilegales. Pero ahora aplican un nuevo procedimiento, o emprendimiento, para continuar desangrando nuestros ahorros: enviar saldos mensuales al celular y debitar dos dólares mensuales a cada cliente.

¿Estamos los clientes de los bancos en la indefensión? (O)

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Lorena Alexandra Reyes Villareal, Guayaquil