¿Desde cuándo Ecuador es un ‘lindo país para delinquir’? Es una pregunta que me hago cada día porque como ciudadano siento temor de vivir en esta nación y, sobre todo, en Guayaquil, donde los ciudadanos somos los que estamos encerrados en nuestras casas, nuestros trabajos, cuando la lógica y el sentido común nos invitarían a pensar en lo contrario, es decir que los malos sean los que estén encerrados.

La realidad es distinta y lo peor es que la delincuencia se estaría convirtiendo en la ‘mandante’. Es que Ecuador carecería de autoridades. Por un lado el presidente parecería que vive en el “país de las maravillas”. Por otro lado, la Asamblea Nacional, más preocupada en destituir al presidente de la República que en legislar con rigor contra la delincuencia. En ambos frentes existe guerra de ideas y posiciones políticas dejando vulnerable lo que realmente importa, que es el Ecuador, que se subsume en la inseguridad, la pobreza, el desempleo... Estos fenómenos sociales están acompañados de las tragedias de las inundaciones en el invierno, el terremoto de marzo, el aluvión en Alausí..., que exponen más al país a la miseria, sin valores, seguridad. Necesitamos una política ejemplar que reduzca y acabe con los picos altos de la delincuencia, que exista la unión política por el interés nacional entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. No es posible que nuestros hijos se diviertan en el ‘parque’ improvisado en la sala de la casa, jueguen con ‘amigos invisibles’, vean en la televisión a un ciudadano con un chaleco lleno de dinamita y crezcan pensando que esto es ‘normal’. Nuestra sociedad está cayendo por la depredación de organizaciones delictivas, llevándonos a pensar que mientras existan esta dicotomía y pugnas de poderes, para el crimen organizado este sería un ‘lindo país para delinquir’. (O)

Juan Carlos Pérez Cepeda, abogado, Guayaquil