Dejen hablar al mudo, sí, ese mudo que tiene días o semanas y en casos meses gestándose en el vientre de alguna mujer que por situaciones desgraciadas –y otras por motivos de plena conciencia de su adultez– ha llegado a consolidarse un ser vivo científicamente; y que exprese, ese mudo, sus motivos para que unos seres despiadados y la sociedad le permitan continuar en gestación y vivir.

Que se callen los que tienen la sartén por el mango y en plena cocción la posibilidad que se apruebe una ley mortal, que solo aplica pena capital al bebé inocente, al que no sabe por qué está ahí. El culpable es ese hombre que puede hablar y abusó de los derechos de alguna mujer inocente, o ese hombre y esa mujer que en plena conciencia emocional llevaron a un óvulo y a un espermatozoide a fecundarse. Sí, que hable el inocente mudo y esgrima sus razones para que lo dejen vivir porque los otros ‘hablan’ demasiado. (O)

Sergio Zevallos Córdova, ingeniero, Ambato