El mundo está horrorizado por la cantidad de crímenes de toda clase en nuestro país. ¿No liberaron no hace mucho a más de 5.000 prisioneros?, ¿y qué creen que iban a hacer esos una vez sueltos, ir a la iglesia a confesar sus pecados? Sin una política social para reintegrarlos en la comunidad, sin trabajo para sustentarse, y graduados en la mejor “escuela” de delincuencia, que es la cárcel, naturalmente que iban a aplicar nuevamente sus viejas y nuevas tácticas aprendidas. Solo es cuestión de recordar cuándo los soltaron y cuándo empezó a aumentar la delincuencia en nuestro país.

Y siguen soltando a más presos, lo que es espeluznante; incluso a cabecillas de bandas delincuenciales que deberían quedar refundidos en cárceles de alta seguridad. No aprendemos de los errores. Y cierto andamiaje de jueces está corrupto, no hay ley que valga ni nadie que las aplique, quedan en papeles que son tirados al basurero. Así que de qué nos extrañamos. (O)

Nelly Lozada García, Guayaquil