Después de elecciones vienen días del amor y la amistad, de Cuaresma y Semana Santa, carnaval, madre, trabajo, padre, aniversarios cívicos, cantonales, de independencias ...; fin de año.

Los problemas no se van, pobreza, delincuencia, desempleo, peleas en las familias, carestías económicas en los hogares, enfermedades, etc.; sin embargo, las quejas, lágrimas no solucionan, envejecen más, enferman, deprimen, son tóxicos dado que forman un círculo vicioso, nos llega 31 de diciembre, realizamos ritos ‘mágicos’ de la buena suerte (comer uvas, ponerse calzonarias y calzoncillos amarillos, etc.), para que nos coja un año mejor. Por qué no se rompe ese círculo de toxinas mentales que nos tiene mediocres, infelices. La alegría, el entusiasmo, los pensamientos buenos, y rodearse de personas positivas, espirituales, que dan soluciones para avanzar en la comunicación; ayuda a la convivencia con optimismo. (O)

Guido M. Pazmiño, 25 años, avenida Samborondón