Durante la época de invierno es seguro que el cantón Milagro se inunde en diversos sectores y parroquias.

Amo esta tierra porque nací en ella y porque me crié absorbiendo el dulce sabor de la caña dulce desde su mismo tronco; aún recuerdo subiéndome en los carros cañeros a bajarme la caña para masticar y absorber su dulzura.

Amo esta tierra porque me bañé en su río y su estero, este cantón, Milagro, de ensueño. Hay que buscarle mejores días. Necesitamos que se planifique con inteligencia su progreso, pienso que me voy a morir y no veo que se resuelva el tema del alcantarillado, principalmente en el centro de la ciudad, donde vivimos en medio de pozos sépticos y una red de aguas servidas que vierte todo su contenido en un pequeño y moribundo río que despierta cada fuerte invierno, se desborda y nos regresa sus aguas infectadas a las calles, produciendo contaminación. No veo la solución para este problema y hay que plantearla a nivel académico para tratar con seriedad las inundaciones y la construcción o compra de una planta de agua potable, y una planta de tratamiento de aguas servidas porque esas lagunas que están construidas no sirven ni servirán, no podemos con la pestilencia. Por otro lado, las casas obsoletas, el antiguo edificio del IESS, etc., son afrentas a la ciudad; el desempleo; la inseguridad; las adicciones a las drogas, los cables aéreos de luz, y más decenas de problemas. Esto tiene que cambiar. Hay que escoger la mejor opción, a los más preparados que puedan manejar los problemas que afectan a Milagro. (O)

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Hugo Alexander Cajas Salvatierra, doctor en Medicina, Milagro