Pena y coraje dan las noticias de niños que han perdido dedos, manos, se han quemado, por jugar con fuego, cohetes, etc., el 31 de diciembre.

Aclaramos que la tristeza y la rabia no son por el informe de los medios de comunicación por dichos sucesos funestos (es positivo que den a conocer, para demostrar a la ciudadanía el peligro que podrían evitar), sino por la irresponsabilidad de los adultos, los familiares que no cuidan a los pequeños; y con las autoridades que en el Ecuador no prohíben, no sancionan, la venta, la fabricación nacional autorizada y la clandestina, la importación, el contrabando, de cohetes, camaretas, chispeadores, torpedos..., juegos pirotécnicos y las quemas de los años viejos en las fiestas de fin de año.

Dichos niños amputados, quemados, desfigurados, tienen la vida truncada, deben sufrir muchas operaciones de reconstrucción, si sus familiares tienen dinero para operarlos, y aun sometiéndose a docenas de operaciones las lesiones son para siempre. Los niños son inocentes, víctimas, ven a los grandes, copian, no saben el peligro, juegan con chispeadores, velas encendidas, diablillos, etc., y los padres o parientes los dejan, los sacan de las casas para que vean los fuegos artificiales, cómo queman los años viejos, les hacen respirar humo, gases venenosos, y las cenizas y chispas que arden les pueden caer e incendiar sus cuerpos. Es actitud bárbara, ignorancia, salvaje, de los grandes (viejos) celebrar con hogueras, gasolina, cartones, palos (monigotes) y pólvora

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(juegos pirotécnicos), y dar mal ejemplo de dicha ‘tradición’, ‘celebración’, a los chicos (niños, adolescentes, jóvenes). (O)

Rafael H. Verdesoto, Guayaquil