El colapso de la cascada San Rafael y su consecuencia en el proceso de erosión regresiva del río Coca que ha avanzado cerca de 11 kilómetros hacia aguas arriba pone en riesgo proyectos sensibles relacionados con la economía del país, en cuyo ámbito se explican, analizan y detallan algunas acciones emergentes en marcha y otras en proceso que totalizan algunos millones de dólares para –supuestamente– contrarrestar luego de 16 meses, los serios problemas de erosión.

El río Coca se caracteriza por su gran inestabilidad agravada por las erupciones del volcán Reventador, cuyo comportamiento natural se ve seriamente afectado por la estructura de captación del proyecto Coca Codo Sinclair situada a 20 kilómetros aguas arriba de la antigua cascada que literalmente le arrebata un caudal de 220 m³/s, que es cercano al caudal promedio y que el río estaba acostumbrado a tener durante el 55% del tiempo, más allá que la propia estructura de captación se constituye en retenedora de sedimentos. En resumen, en el tramo en cuestión, le quitamos al río agua y sedimentos, la obra de captación atrapa sedimentos, lo que da lugar a que el agua clara descargada tenga un gran poder de erosión, y el río reacciona para tratar de recuperar su equilibrio morfológico que le arrebataron súbitamente, dando lugar a la erosión hacia aguas abajo desde la estructura de captación; diferente a aquella erosión regresiva que se forma luego del colapso de la cascada. Esta situación merece atención primaria para no solamente dar respuestas concretas en relación con las causas que ocasionaron el colapso de la cascada, sino también para plantear soluciones en relación con procesos de erosión que están poniendo en riesgo grandes inversiones públicas y privadas: el SOTE y el proyecto Coca Codo Sinclair. Indigna que una obra tan importante que costó más de $3.000 millones, no contó con un estudio tan elemental en obras de esta naturaleza. (O)

Jacinto Rivero Solórzano, ingeniero civil, Guayaquil