Para unas personas, justicia es darle a cada cual lo que se merece; para otras, es darle a cada uno lo que necesite; en cambio, la justicia de Dios más que legal, es misericordiosa; nos da lo que no merecemos; vivimos una vida apartados de Él, desconociéndolo o contradiciéndolo; sin embargo, no nos abandona, siempre está pendiente de nosotros para beneficiarnos cuando lo necesitemos, aunque no lo merezcamos.

Ya estamos en tiempo de prepararnos para la Navidad y más que preocuparnos de las compras y de las fiestas, debemos permitirle a Jesús, por encima de lo religioso, que entre en nuestra mente para que cambie nuestros pensamientos, sentimientos y acciones y así nuestra vida normal sea mejor, viviendo en unidad y armonía con los demás. (O)

Miguel Xavier Ulloa Paredes, abogado, Guayaquil