No sabría decir cuál es la posición correcta o cual seguir, pero lo cierto es que se pretende generar caos y dividir al país, que de por sí, creo, ya está dividido: ciertos indígenas por un lado apropiándose de carreteras y recursos naturales, comunas, por otro lado, de igual forma dueños de tierra y recursos hídricos; y toda una diversidad.

Vandalismo al por mayor con nacionales e importados, el momento propicio para sacar lo que llevan en su corazón, hacer daño y afectar a quienes luchan por alcanzar sueños con entrega y sacrificio. Pero no, hay una casta de delincuentes y resentidos sociales. Tenemos un ejemplo en Bélgica, otro en Latacunga, en México, y así repartidos por el mundo. Todos jalan para su lado, el bienestar general no es parte de su agenda, se buscan beneficios para grupos y no para todos. Hay mucha mano negra. Delincuentes prófugos tienen un plan armado desde hace mucho, quieren ganar tiempo a río revuelto. No es un problema de dogmas ni doctrinas. Es un problema de poder y bolsillo, no quieren que les toquen lo saqueado. La década robada no tiene marcha atrás para ellos. Mi posición sigue atenta a lo que ocurre. Quizás faltan medidas complementarias: bajar el IVA –creo yo– movería más la economía y se recaudaría más. Reducir el tamaño del Estado es primordial. Eliminar las prefecturas, duplican labores creando nuevos espacios para justificar incremento de personal, compiten con los GAD municipales y otros entes. Me pregunto, ¿seguimos?, ¿paramos? No podemos seguir en quejas. Queremos cambios, pues empecemos por cambiar desde nuestro interior, no elijamos pillos disfrazados de salvadores para que nos sigan robando; miremos más allá de nuestros intereses y pensemos como país y como hermanos que somos. (O)

Martín Enrique Úraga Icaza, Guayaquil