Era mucho pedirle los ecuatorianos al presidente Moreno que construyera el Puente Sur de Guayaquil. Por eso, pensé que mejor lo haría el presidente Lasso, quien como guayaquileño ejecutaría de prisa y sin reparos; pero supuse mal: van dos ministros de Obras Públicas y el puente sigue en el limbo. El Municipio de Guayaquil también quiso construir el proyecto, pero ante el fracaso de la Aerovía y que no haya podido construir el aeropuerto en Daular, no era elegible.

Ante eso, el presidente de la República debería formar una empresa pública —no como las que sabemos— cuyo único fin sea la construcción del Puente Sur; estaría manejada por un directorio donde el presidente y el vicepresidente sean ingenieros civiles guayaquileños, nombrados por el presidente del Ecuador; más un delegado del Municipio de Guayaquil, otro de la Armada Nacional y por el presidente del Colegio de Ingenieros Civiles del Guayas. También podrían participar los ingenieros que diseñaron el puente, un delegado del Ministerio del Ambiente y otro del Ministerio de Obras Públicas. Algo parecido a lo que fue Corpecuador (corporación ejecutiva para la reconstrucción de las zonas afectadas por el fenómeno de El Niño), en que tuve el honor de ser vicepresidente del directorio.

Ahora intentan reducir el puente para que sea barato, con menos gálibo (dimensión); no podrá pasar ni el Buque Escuela Guayas; menor canal de navegación, menos carriles, etc. No les importan las mareas, el arrastre de sedimentos, su vida útil, etc. ¿Le habrán explicado al presidente las congestiones de tránsito que producen los camiones que salen del puerto por la vía Perimetral de Guayaquil y deben recorrer 50 kilómetros solo para cruzar al cantón Durán o viceversa? ¿Sabrá que la obra se pagaría sola con el cobro de peajes? Necesitamos su respuesta. (O)

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Carlos Luis Hernández Bravo, ingeniero civil, avenida Samborondón