Tengo algunos amigos y amigas (aquí sí se justifica el uso de los dos géneros) que pertenecen al grupo GLBT y gozan de todo mi respeto y cariño. Hago esta introducción para que no se mire como homofóbico lo que voy a comentar. Considero que son aceptables algunas de las conquistas o derechos que legalmente han conseguido, como el derecho a formalizar una vida en pareja y el beneficio de sus bienes acumulados.

Pero así mismo considero que este grupo y la sociedad en general deben reconocer y aceptar lo que podríamos llamar la normalidad de las estructuras sociales, y no obligar a un ser humano a una vida no normal. Hago este pronunciamiento porque me he informado por la prensa de algunas situaciones en las que se ha colocado a infantes, por las decisiones judiciales; como la última en que dos jueces de un tribunal de la Corte provincial del Guayas ordenan la inscripción especial de una infante. Al respecto, preocupa todo el proceso con relación a los niños y planteo las siguientes interrogantes para sostener la preocupación: ¿le preguntaron al niño engendrado de forma no normal si acepta y le gusta ese tipo de vida al que le están obligando a llevar?, ¿le han prometido al niño garantías para salir, no traumáticamente, de ese tipo de vida si no le gusta?, ¿tienen un plan y una estrategia para conducir al niño en la escolaridad y empiece a darse cuenta de su situación no normal? Estas preocupaciones son válidas para los jueces referidos y para los otros que han tenido pronunciamientos parecidos. ¿Pueden estos jueces tratar de jugar a ser Dios y asignarle a un niño el tipo de vida que debe llevar? Pido perdón a aquellos que de seguro les molestará lo dicho, pero les garantizo me salió del alma y no pudo reprimir el compromiso de decirlo; yo quiero seguir durmiendo tranquilo. (O)

Oswaldo A. Navarrete Pacheco, ingeniero industrial, avenida Samborondón