Cuando un año se acerca a sus últimos días,muchos corremos presurosos a hacer nuestra lista de buenos deseos, intenciones y propósitos de año nuevo; no vaya a ser que el 2023 empiece y nos coja con las manos vacías.

Una vez leí que cualquier persona que no crea en los milagros, no es realista. No sé si sería un milagro, pero mi deseo principal es que el Ecuador vuelva a ser esa isla de paz que fue, ese sitio donde vivir era un placer, se podía conversar en la calle tranquilos. Ya hace unas décadas de aquello, éramos felices y no lo sabíamos, se podía salir de las casas sin la preocupación que pueda aparecer un sicario y nos arrebate la vida sin tener culpa de nada.

Deseo también que el tiempo nos dé una nueva generación de individuos buenos, de gente con valores y capacidad de dirigir y conducir este país que está a la deriva, sin rumbo fijo y más males. Espero que aparezca una nueva generación de políticos, pero no politiqueros oportunistas que cual piratas se aprovechan de las elecciones para robar al pueblo incauto y desprotegido, ¡no! Necesitamos gente de honor, respeto por los demás y por sí mismo, que dé buen ejemplo a la población; personas que no se transformen en mafiosos de la política ni que se crean irremplazables o inmejorables. La esperanza es lo único que no se debe perder, porque el sol siempre va a entrar por la ventana de nuestros hogares por muy nublado que esté el día, siempre habrá un rayo de sol invitándonos a sonreír. Pero no basta con no perder la esperanza, debemos todos hacer las cosas bien y dar lo mejor de nosotros, educando a nuestros hijos como personas de bien, y en el futuro ellos puedan mejorar esta sociedad decadente y transformarla en un lugar bueno. Enséñele a sus hijos que nunca dejen de soñar ni vendan a nadie sus sueños y hagan todo lo que esté en sus manos para ser cada día mejores. ¡Felices fiestas! (O)

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Pedro Javier Triviño Rodríguez, biólogo; Barcelona, España