Próximo a conmemorarse, nuevamente, la magna fecha del 9 de Octubre de 1820, compilo ciertos detalles históricos que creo necesarios para pretender, como ecuatorianos, unificar y rectificar nuestra historia nacional.

Los historiadores tienen voz autorizada sobre tan delicado tema. Ejemplos referiré, cuando endiosamos injustamente a personajes, especialmente extranjeros que habiendo destruido, poco o nada contribuyeron a nuestro ideal de ‘independizarnos’ no solo como provincia libre sino con miras a la formación del Estado Libre de Quito; ideal pensado por el coronel Carlos Montúfar y Larrea en 1812, luego reafirmado por el prócer José Joaquín de Olmedo en 1820. Prueba fehaciente de lo relatado es la formación de la División Protectora del Sur, integrada por guayaquileños y financiada con dinero guayaquileño, e inicio de la senda libertadora, culminada el 24 de mayo de 1822; nos conduce a manifestar que: sin 9 de Octubre de 1820 no se hubiera facilitado la presencia de Sucre y Bolívar en la gesta patriótica mencionada. Es de ética cívica y patriota no dejar de mencionar este antecedente ineludible. Igualmente, ¿por qué se pretende inventar algo que no existió, dado que no hay documento habilitante para afirmar que Bolívar, hombre enfermo (tuberculosis), pudo estar en la cima del Chimborazo?, y desde ahí como punto de partida levantar toda una historia casi irreal y poco creíble. No es el contenido idiomático del escrito, elegante, y la descripción soñadora de alguien que no estuvo, que no vivió esa realidad; sin embargo, hoy se lo alaba y ensalza como verdad. Igualmente, pretender que el 13 de mayo de 1830, reunión de la élite quiteña y antecedente para dictar la tercera Constitución, no para constituir una República, sino como Estado parte de la Gran Colombia. Recién en 1835, cinco años posteriores, fuimos tales, sin olvidar la protesta del prócer Olmedo el 19 de mayo de ese año, dirigida al futuro dictador Flores, porque solo se habían nombrado representantes de Quito para la próxima asamblea. Su protesta rectificó disponiéndose el nombramiento de 21 delegados nacionales, para Guayaquil se asignaron cuatro.

Mi invitación cordial, ética, es con la ilusión de lograr rectificaciones históricas que nos permitan afianzar nuestra verdad histórica, única forma de respetar e identificarnos con nuestra ecuatorianidad. (O)

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Regina Zambrano Reina, doctora en Jurisprudencia, Guayaquil