El ciudadano de bien de nuestro país está abrumado y temeroso de los hechos delincuenciales que se están dando en estos últimos tiempos y que han llegado a un plano de salvajismo único, parecidos a lo que sucedía en Medellín (Colombia) en la época de P. Escobar, y a los de la actualidad en México; hay una identificación de estos hechos y el motivo es el narcotráfico, cuyos capos son gente que raya en la delincuencia demencial; son entidades multimillonarias sin Dios ni ley, solo les interesa el dinero obtenido de sus satánicos negocios, matan al que sea sin reparar en niños, mujeres en gestación y ancianos con tal de causar pánico y esclavizar por el miedo a la gente y población bajo su mando.

Estas mafias tienen sus burropiés, y en la política, a fuerzas captadas por medio de dinero y prebendas. Hay gobiernos que han caído en esa trampa, no podemos olvidar el funesto decreto de posesión de drogas del psicoseado del altillo y a sus numerosos seguidores, muchos haciendo de quinta columna desde los poderes, impidiendo cualquier acción positiva que desee hacer el presidente; porque esa es la orden dada por el tipo del altillo y recibida por jefes narcos, quieren tumbarlo. No perdonan que se les haya escapado mucha droga decomisada. Desgraciadamente se ha perdido el sentido moral, la ética, el amor a Dios Creador de todo lo visible y de lo invisible. Las actuales generaciones no piensan en lo espiritual, felizmente hay numerosas excepciones, algunos jóvenes a los que sí les enseñan la palabra y ley de Dios. Indudablemente hay que cambiar el pénsum de materias de la educación, volver a enseñar valores y cristianismo en los colegios; con el tiempo se podrá obtener buena cosecha, buenos políticos, buenos padres que den buen ejemplo a sus hijos observadores de las leyes divinas. Dios nos ayude. (O)

José González Williams, médico en Pediatría, Guayaquil