Pregunto, ¿el compromiso con la educación va a seguir indiferente, temeroso, excluyente?, porque de acuerdo con las reacciones que se observan no hay indicios concretos de reapertura de las clases, se señala deserción escolar, que las propuestas de educación virtual no satisfacen el aprendizaje requerido, etc.

A sabiendas de que ocupamos puestos muy por debajo de la media en relación con nuestros vecinos latinoamericanos, ¿estaremos esperando que otra variante del COVID-19 aumente un miedo desmedido de profesores y padres de familia de concurrir a colegios, universidades? Las clases presenciales deben ser llevadas sin interrupciones, con creatividad, ¿o queremos seguir años sabáticos de mediocridad en la casa sin ninguna clase de prácticas, con administradores de educación y padres de familias indiferentes al desarrollo social-educativo? (O)

Clara Leonor Barcos Espinoza, Guayaquil