Estamos cerca de conmemorar un año más del Primer Grito de la Independencia americana, hecho acaecido el 10 de agosto de 1809, pero lamentablemente sus próceres fueron cruelmente asesinados casi un año después, el 2 de agosto de 1810.

Ante estos sucesos históricos que no pueden dejarnos indiferentes, cabe plantearnos interrogantes: ¿estoy dispuesto a levantar mi voz con argumentos —claro está— en aras de la justicia?, ¿si es menester, sabiendo que me pueden acarrear el derramamiento de mi propia sangre?, ¿o ser censurado por una ‘cultura de la cancelación’ que se va imponiendo de manera imperceptible en la sociedad? El sacrificio de esos próceres no fue en vano, como no será en vano la vida ofrecida como holocausto por ideales superiores que trascienden el tiempo y el espacio. (O)

Cristhiam Carpio Castro, máster en Educación, Daule