Lionel Messi levanta la Copa Mundial de la FIFA Catar 2022, mientras es ovasionado por compañeros y miles de hinchas en el estadio Lusail, de Qatar, el 18 diciembre, al derrotar a Francia y coronarse con su equipo de Argentina, campeón, y adjudicarse él el título del mejor jugador del torneo. Ecuador también se unió al mundo en ese sentimiento de victoria y alegría futbolística. EFE/EPA/Friedemann Vogel Foto: Friedemann Vogel


Y nos volvimos a ilusionar. Tuve la gran experiencia de compartir con mi padre las finales de Argentina 78 y México 86 y ver salir campeón al equipo argentino con figuras como Kempes, Pasarella, Maradona. Siempre he sido, soy y seré fanática del fútbol, del jogo bonito, de los mundiales, de mi equipo del Astillero, el amarillo.

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“El fútbol es el opio del pueblo”, como dirían por ahí; sí, señores, el deporte que más pasiones genera a nivel mundial; para mí, el más lindo y que es capaz de anestesiar por un momento las heridas colectivas con la magia de los triunfos, la alegría de millones, la euforia, la unión de muchos. Hoy, todo un continente y por qué no decirlo, otros países que ni nos hubiéramos imaginado celebramos que la Copa se la haya llevado Argentina, de la mano del más grande futbolista de todos los tiempos (en mi opinión) Lionel Messi; ese que renunció a la selección luego del fracaso en Copa América ante Chile y de algunas finales frustradas. Ese Messi que luego volvió con más fe y se reencontró con la nueva sangre, una relevada generación que le puso todos los balones en la cancha para que saliera campeón. Bien por Messi que ya lo ganó todo, juegos olímpicos, Copa América, Champions League, Balón de Oro y ahora el Mundial Qatar 2022 cerrando con broche de oro una carrera limpia, transparente, sencilla y entregada a su hinchada.

¡Salud, Argentina. Messi, eres el mejor! (O)

Emma Raquel Patiño Icaza, Guayaquil