Es curioso cómo la sentencia de la Corte Constitucional por la que se despenaliza el aborto “manda” a la Asamblea Nacional que redacte la ley según los “más altos estándares de deliberación democrática” (fund. 195).

¿Es democrático despenalizar el aborto en contra de la voluntad del pueblo expresada por los debates de la Asamblea Nacional en los años 2013 y 2019? ¿Cómo es democrático citar a lo largo de la sentencia solamente “instrumentos internacionales” no vinculantes que no fueron consensuados por los Estados, y ciertamente no por el Ecuador? ¿Es acaso democrático realizar una lectura de la Constitución escandalosamente contraria al de su tenor literal? Esta sentencia minusvalora el artículo 45 de la Constitución, que señala que el “Estado reconocerá y garantizará la vida, incluido el cuidado y protección desde la concepción”. El proyecto de ley sobre aborto es todo menos democrático. La Asamblea hoy trabaja en este proyecto coaccionada por la presión invisible de la Corte y la amenaza de una potencial destitución... Se trata del primer paso en la imposición de una agenda inhumana. (O)

Kristina Hjelkrem Calderón, abogada, Washington, EE. UU.

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