Que el sistema de justicia tiene grandes fallas, en esto estamos de acuerdo. Que dentro del sistema de justicia existe corrupción, la hay, en eso también estamos muy de acuerdo. Ejemplos de corrupción hay de sobra. Los que más resaltan son las intervenciones de funcionarios públicos exigiendo resoluciones favorables a cambio de permanencia en los cargos o incluso ofertando subir de grado.

Pero, ¿en qué ayuda a mejorar el sistema la exigencia de los opinólogos sobre determinados casos de conmoción?, pues se ha hecho costumbre leer en Twitter, sobre todo, criterios antojadizos sobre decisiones jurisdiccionales que resuelven dictar medidas cautelares y permiten a determinados ciudadanos defenderse en libertad, esto es, sin dictar prisión preventiva; lo cual tiene suficiente sustento jurídico fáctico, en virtud de los convenios internacionales suscritos por el Estado ecuatoriano, como también nuestra Constitución. La regla general se ha tornado en la excepción y la excepción se ha tornado en la regla general, y hemos impuesto la cultura del escándalo, pretendiendo ser mejores que los otros porque estamos dando al vulgo lo que quiere escuchar, aun cuando eso violenta reglas y principios claros de orden constitucional. Exigir justicia a la carta, aun cuando esta sea en contra de “conocidos delincuentes”, no nos hace mejores o diferentes que a quienes criticamos por llamar a un juez, un fiscal, para exigir resolución favorable para tal o cual; nos hace idénticos en una sola cosa: violar la Constitución y la ley, porque nos parece que nosotros sabemos cuál es culpable. (O)

Emerson Calderón Córdova, abogado, Guayaquil