Hoy más que nunca, nuestra diaria tarea está enfocada a luchar por vivir o sobrevivir. La gran tarea para salir airosos está en experimentar la íntima satisfacción de nuestro mejoramiento continuo como personas de bien.

Mejorar nuestro carácter, vencer al mal genio, los malos pensamientos y actitudes negativas, liberarnos de los grilletes del egoísmo, cultivar nuestra individualidad con los valores trascendentes del bien común. Hacer un plan de actividades fundamentado en la disciplina para administrar nuestra economía, gastos básicos. Mantener una sana alimentación, comunicación con nuestros seres queridos y buena vecindad. Estas prácticas de generosas relaciones humanas ayudan a rejuvenecer, pues se trata de mejorar nuestra actitud mental fuerte y estable. No interesa la edad que tengamos, somos tan jóvenes o tan viejos como seamos capaces de motivar el vigor para vivir. Creo que tengo más de 500 años, pues he vivido la experiencia de muchas personas. Desde adolescente me agradaba conversar con gente mayor, amigos de mis padres, esto me permitía conocer y aprender de sus vivencias. Hoy en la pandemia reviso momentos que sirven para alentar el confinamiento. Recuerdo un pensamiento: “No hay riqueza mayor que la salud, ni placer igual a la alegría del corazón”. En esta lucha por sobrevivir, la salud constituye la mejor arma de combate: “... hacen falta apóstoles de la salud que enseñen cómo desarrollar las defensas naturales, cómo endurecer el organismo y cómo evitar las enfermedades. El individuo está enfermo o no lo está; en caso afirmativo, la enfermedad afecta a su entera personalidad y no puede acantonarse en una porción de esa unidad, sin influir en el todo indivisible”, dijo el doctor Conde Andreu ( fallecido), excatedrático de la Facultad de Medicina de Zaragoza. (O)

Fernando Héctor Naranjo Villacís, periodista, Guayaquil