Antes, en las provincias del país, no había ni escuelas ni colegios. Cuando mi abuelo construyó su casa de hacienda, en la parte de abajo dejó un local para hacer una escuela. Traía profesores de Guayaquil para que den clases a sus hijos, sepan leer y escribir y las cuatro tablas matemáticas: suma, resta, multiplicación y división.

Cuando se desocupaba mi padre del trabajo, se acostaba en la hamaca y leía el Diario EL UNIVERSO en altavoz, yo oía las noticias políticas, etc., y me hice lector. A la tercera edad nos interesa leer el periódico y vivir informados. (O)

Roger Bolívar Bustamante Nicola, ingeniero agrónomo, Babahoyo