La Asamblea Nacional se encuentra debatiendo estos días el proyecto de ley para aprobar el aborto por violación, determinar el tiempo de embarazo hasta el cual se debe abortar y quiénes pueden hacerlo y desde qué momento. La mujer fue creada con un privilegio único: poder concebir. Privilegio dado por Dios, por ley divina. Ahora, la ley le va a permitir terminar con la vida del hijo que lleva dentro, sea o no deseado, castigando a un ser inocente y castigándose a sí misma, pues el aborto causa daño, también, a la madre.

Los ecuatorianos estamos pasando a formar parte de esos países que aceptan la ‘cultura’ de la muerte, y no estamos haciendo nada; observamos impávidos cómo permitimos acabar con la vida de inocentes, obligando a los médicos a romper su juramento hipocrático, eliminando la objeción de conciencia so pena de prisión. ¿Hasta dónde es capaz el ser humano de destruir y destruirse? ¿Hasta dónde somos capaces de permitir que la muerte sea legal? Y luego, ¿qué?, seguirán nuestros abuelos o nuestros padres en la eutanasia, nuestros enfermos, personas con discapacidad. ¿Dónde quedó nuestra dignidad de seres humanos con alma? ¿Dónde quedó el amor al prójimo? ¿No entendemos que nuestros cuerpos no nos pertenecen? ¡Cómo una madre va a acabar con una vida que no es suya!

Me extraña y frustra saber que los que no queremos la ‘cultura’ de la muerte somos más, pero hacemos poco o nada; solo somos meros espectadores de cómo estamos acabando con lo bueno que hay en el mundo; no cuidamos lo valioso de la vida. ¿Acaso hay algo más hermoso que la sonrisa de un niño recién nacido? Espero que meditemos bien lo que está pasando en el Ecuador y no permitamos leyes nefastas como la del aborto, bajo ninguna circunstancia. La vida hay que defenderla desde la concepción. (O)

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Carlos Alfredo Crespo Jalón, ingeniero químico, Guayaqui