La Navidad: la principal festividad del mundo cristiano, que significa manifestación de amor, fe y esperanza y unión.

El tiempo dura del 25 de diciembre, el nacimiento de Jesús, al 6 de enero, la fiesta de la Epifanía del Señor. En todo este tiempo se celebra la Navidad.

Quiero sustraerme mentalmente de los pensamientos tristes y preocupantes.

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Quiero olvidarme un rato de aquellos diputados diezmeros y de la CC, la misma que aún tiene algunos tentáculos, del que sabemos, enquistados.

Quiero olvidarme de una peste más maligna y mortal, como el narcotráfico, de ciertos generales, de la inseguridad ciudadana, robos, asaltos, desborde del sicariato y un largo etcétera, entre los que sobresale el asesinato que se cierne sobre seres inocentes al mejor estilo de Herodes.

Invito a los hermanos católicos a seguir celebrando espiritualmente el nacimiento de Jesús, el inmenso sacrificio que hizo Dios Padre de entregar a su Hijo para que, tras aquel sufrimiento de su muerte, a cambio nos da nuestra salvación espiritual.

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El Padre divino con su poder infinito y amor hacia la humanidad no lo apreciamos en toda su intensidad. Una especie de ceguera cerebral nos impide verlo a través de sus infinitas creaciones.

Hoy en día hablan de que el ojo humano, ayudado por las ciencias astrológicas, conoce que hay más de 44 millones de planetas y estrellas individualizadas con ayuda de sofisticados telescopios; hablan de la grandeza de la creación.

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Pero hay otras maravillas y una de esas perfecciones es el cuerpo humano, una entidad ejemplo de tecnología física orgánica.

Demostrémosle gratitud a Dios, que es un deber de honor importante para todos los cristianos agradecidos por todos los dones que nos ha concedido...

¡Felices Pascuas! (0)

José González Williams, médico pediatra, Guayaquil

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