Ecuador, pese a su bonanza cacaotera, bananera y petrolera no se desarrolla en el sentido tradicional y podría ostentar un título como país conservado que ha mantenido, pese a los intentos de fomento industrial contaminante, una huella ecológica pequeña para bien de nuestros hijos y la humanidad. Nuestros bosques capturan el carbono que genera esa industria que insiste en crecer aunque contamine aire, ríos, mares y provoque desequilibrios en el planeta.

Nuestras comunidades amazónicas, pese a las restricciones de inversión estatal en sus territorios, no deben ser cooptadas por quienes pretenden comprar ‘servicios ambientales’ sin que importe contaminar. Por lo tanto, Ecuador debe fomentar como otra alternativa además del alojamiento de turistas en hoteles tradicionales, el alojamiento en hogares nativos que atienden a otro segmento de necesidad de hospedaje, y al servicio de transporte, ofreciendo ambos a través de plataformas digitales y garantizando el derecho a trabajar sin sobresaltos y posicionando al Ecuador como un país conscientemente conservado y turístico. (O)

Diego Fabián Valdivieso Anda, economista, Quito