La esencia de un político radica en sostener el apoyo popular. Cuando pierde este apoyo, es el inicio de un declive en su carrera política.

Los políticos inteligentes, hábiles, controlan su accionar sobre esta base. Aquellos sin conocimientos y sin razonamiento, actúan de manera visceral, aun en situaciones que en el corto plazo les signifique una verdadera catástrofe, desde el punto de vista de su popularidad.

Hace muchos años, un rey griego llamado Pirro emprendió campañas bélicas en contra de Roma, y aunque venció, la pérdida de soldados de su ejército, que en verdad significó una derrota, pues hubo más daños en el vencedor que en el vencido, dejó plasmado el concepto de “victoria pírrica”: una acción que daña más a quien la ejecuta que al que la recibe.

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Acabamos de presenciar cómo una acción irracional de la Asamblea ha producido una reacción furibunda de la opinión pública en contra de quienes aprobaron de manera realmente cuestionable una amnistía grupal ejecutada sin análisis, sin razonamiento, sin lógica, sin legalidad, de manera burda y menospreciando el razonamiento del pueblo. Viendo las celebraciones, con aspecto de tontos alegres, de quienes buscaron la aprobación de esta amnistía, pone en duda la capacidad de razonamiento de ellos, manifestada en algarabía digna de celebraciones de verdadera ignorancia. La opinión pública, nacida inmediatamente de este hecho, deja en evidencia la mediocridad de los actuantes, y minará, considerablemente, su apoyo popular. ¡Cuánta verdad en el concepto de victoria pírrica! (O)

José Manuel Jalil Haas, ingeniero químico, Quito