Últimamente veo tiktoks por todos lados. Redes sociales brindan disparatada ráfaga de videos misceláneos e inconexos que dejan obnubilado.

No estoy en contra de TikTok en mi celular, quizás no requiero saber hacer café helado, degustar sandía con mostaza o satisfacer mis dudas sobré cómo pasan el fin de semana y qué están haciendo los influyentes y tiktokeros de mi país; y aleatoriamente llega información como gastronómica de la alta cocina, consejos idiomáticos, clásicos musicales en menos de un minuto; pero, ojo, solo si he tenido suerte. La mayoría de videos son desechables, he llegado a pensar que la semántica del término arte se prostituyó. Existe poca exigencia de material sustancioso de parte de usuarios. (O)

Paúl Alberto Pinos Ullauri, periodista, profesor, Guayaquil