Hace pocos días recordé  que el Ecuador ya tuvo un presidente político y banquero, don Carlos Julio Arosemena Tola, fundador del Banco de Descuento en  Guayaquil, director principal de la  Junta de Beneficencia de Guayaquil, presidente de LEA, director ejecutivo del Comité de Vialidad del Guayas, entre otros cargos que lo distinguieron. 

No hay que desconfiar entonces de los banqueros honestos y probados.

Estos recuerdos me vinieron a la mente después de conversar con  doña Mariuxi. A ella le preocupa la integración del próximo gobierno. Tiene una lucha de sentimientos encontrados: gratitudes y decepciones con el correísmo; buenos y terribles recuerdos personales de ese malhadado periodo que también nos dejó las carreteras más costosas de la historia y excompañeros de trabajo que sobreviven en el desempleo. Ella votó por Guillermo Lasso en el 2017, pero ahora duda. En su imaginario se sitúa la idea de que es un ricachón que quiere satisfacer un capricho. Que favorecerá al sector bancario, pero no vendrá la banca extranjera. De Arauz le inquieta que “acomode la ley a su antojo y regrese el Mashi…”.

Mi amiga está consciente de qué es lo que se juega el próximo 11 de abril: es la posibilidad de seguir un sendero sin retorno hacia la realidad que viven en Venezuela y Argentina, países hermanos de donde vienen cada día historias dramáticas de sobrevivencia. En Venezuela, en medio de una estrangulada democracia, con ausencia total de la libertad de expresión para exigir cuentas a los gobernantes. Ese sendero lo empezamos a recorrer durante el gobierno de Correa y aunque se interrumpió existe la clara probabilidad de continuar el rumbo si el país escoge como presidente al candidato señalado por Correa. Recordemos que Maduro resultó peor que Chávez, y en este país están dadas las circunstancias para que se replique el fenómeno de Venezuela. Si el próximo presidente incentiva el desempleo con malas medidas, se reproducirá la huida de la desesperanza que ocurrió en los años 90.

Los banqueros por lo general están dotados de conocimientos de economía, finanzas y administración de empresas, entre otras cualidades necesarias y compatibles con el cargo de la Presidencia de la República y la administración de los recursos del Estado, tales son el liderazgo  en la actividad laboral; la capacidad de análisis para gestionar importantes problemas y definir con claridad cómo invierten los capitales y la capacidad para comunicar adecuadamente al público para fortalecer la confianza institucional.

En los dimes y diretes con doña Mariuxi me vinieron y le fueron, en ese orden, sus dudas y mis intentos de explicarle que su objeción al exbanquero por el mero hecho de haberlo sido no descalifica su aspiración a la primera magistratura. 

Además de que si con un banquero no vienen la banca y la inversión extranjera, algo que me resulta difícil de entender, ¿entonces qué ocurrirá con otro candidato que no cree en la empresa privada? (O)