En el Centro de Arte Contemporáneo de Quito (CAC) se muestran dos exposiciones, Shuk Makilla y Awa Pacha, con trabajos de artistas indígenas del Ecuador y algunos países de Latinoamérica, ¿qué proponen y desde qué coordenadas abonan al debate estético?

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La exposición Shuk Makilla es producto de la curaduría del colectivo Warmi Muyu, y en su propuesta se puede encontrar desde la fotografía, al trabajo en utensilios de barro, bordado, grabado, video experimental, pintura, instalaciones, murales. Awa Pacha intenta dar vida a las palabras a través de su representación usando técnicas como el bordado o el tejido. La presencia de ambas técnicas en las exposiciones de arte provienen de un debate anterior, que nos da cuenta del estado de la reflexión estética respecto de la posibilidad de un arte indígena, o un arte kichwa. Considero que la única posibilidad es hablar de una estética andina. Antes que una reflexión sobre la forma, la imagen o la representación, la belleza y la realidad, los artistas y académicos indígenas emprendieron una reivindicación política, que buscaba cuestionar la división arte/artesanía. Argumentaban que la posibilidad de una estética propia yacía en los productos que los artesanos indígenas realizaban como bordado, canastos, tejidos, etcétera. La reflexión se limitó a señalar que los pueblos indígenas tienen arte y a encontrar las oposiciones con Occidente. Sin embargo, la reflexión sobre la forma, la composición, proporción y luz; sobre imagen y representación, entre otros necesarios para alimentar una estética indígena, han sido casi inexistentes.

La exposición Shuk Makilla estará abierta hasta el 15 de enero en el CAC. Recomiendo su visita...

Creo que para empezar esta discusión es necesario partir de una crítica de la ‘representación’ frente una estética de la re-presencia. Un punto de partida fundamental es el análisis del ritual, que cumple, en palabras de Mircea Eliade, con la función de volver a hacer presente el orden primigenio. La preferencia por materiales crudos, y el favor a las instalaciones en artistas kichwas, da cuenta de esta necesidad de trabajar la presencia. Incluso en la pintura que utiliza como ‘lienzos’ a utensilios de barro, o el bordado, no es una exploración o deconstrucción de la forma en la imagen, sino ante todo es una experiencia pragmática, la textura y el tacto se sobreponen, frente a lo visual. Se podría decir que en la estética andina prima la experiencia frente a la contemplación. En Cuzco, Cummins y Mannheim analizan el uso de la piedra, y frente a la idea de tener una masa sólida monumental, proponen una estética que en su solidez y robustez, al reflejar el sol, se vuelve fluida, como un río, que vuelve presente una metafísica sobre el movimiento.

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La exposición Shuk Makilla estará abierta hasta el 15 de enero en el CAC. Recomiendo su visita, pues muestra una evolución del arte indígena, con obras que recuperan lo autóctono al hacer uso de técnicas de producción textil locales, o el uso de materiales crudos, como la tierra o el barro, hasta la experimentación abstracta, geométrica y el uso de materiales industriales como el hierro, o tecnologías como el video. (O)