Diversos estudios revelan que el mayor problema que aqueja a los suelos destinados a la producción agropecuaria es el fenómeno conocido como erosión, que es la remoción de la fina capa suculenta de los suelos donde se desarrollan las actividades generadoras de alimentos, especialmente en el pequeño y frágil segmento donde radica la fertilidad y la vida de miles de millones de microorganismos responsables de la nutrición vegetal y de la conservación de la estructura de los suelos agrícolas.

Este indeseable despojo obedece al agua, el viento e inadecuada labranza. La forma hídrica ocurre cuando los fluidos acuosos transportan superficialmente partículas de tierra que se desprenden por el impacto de las gotas de lluvia con escorrentía originando canales repletos de sedimentos que se acumulan en obras de infraestructura; en cambio, la eólica acontece cuando el suelo seco, suelto, sin cobertura vegetal es presa de fuertes vientos y esas minúsculas partes son trasladadas a otros lugares. La erosión por labranza es el movimiento directo por los implementos de laboreo antitécnico que facilita la acción de los otros elementos causantes del infausto fenómeno.

Relevante obra sobre ciencia de suelos agrícolas

El efecto es de tal magnitud que se estima una pérdida anual del 10 % del rendimiento potencial de los sembríos, apreciada por especialistas en el equivalente a la eliminación de 150 millones de hectáreas de producción en los principales cultivos, aproximadamente una cancha de fútbol cada 5 segundos. Lo expresado son criterios aplicables a todas las regiones del mundo, para conocer lo que ocurre en Ecuador debemos remitirnos al magnífico trabajo publicado por el Instituto Geográfico Militar que en su capítulo 7 resume con toda claridad la grave situación en todas las regiones del país.

Estudios geográficos

Conviene por tanto resaltar lo afirmado en esa obra cuando en su página 241 dice que los resultados erosivos son severos en los flancos internos y externos de la cordillera de Los Andes, en ciertos valles de la rica serranía y en las estribaciones montañosas, costeñas y amazónicas, situación advertida por varios estudiosos de las ciencias del suelo, entre ellos Manuel Suquilanda en su obra El deterioro de los suelos en Ecuador y la producción agrícola, cuando advierte que el 48 % de la superficie arable del Ecuador sufre de serios obstáculos de erosión, no es aventurado concluir que aquella dolorosa afirmación a la fecha se ha vuelto más intensa.

contaminación hídrica, los estragos de la minería ilegal en Imbabura

Ambas obras, la una en el año 2008 y la otra, la más reciente, en el 2022, recomiendan la conformación de un programa nacional de conservación de suelos y recuperación de los degradados por ese y otros motivos, para asegurar la aspirada seguridad en la provisión de alimentos para la población y el cumplimiento de la creciente demanda del comercio internacional por los acreditados bienes exportables ecuatorianos.

No se conoce ningún avance en la aplicación de lo preceptuado en la Ley de Tierras y Territorios Ancestrales vigente desde hace seis años, que en su artículo 49 manda instituir el plan de mantenimiento y regeneración de áreas tomadas por la erosión, faltando la voluntad política de los sucesivos gobiernos para ejecutarla. (O)