En sitio, la vista de la erosión regresiva del río Quijos en el alto Coca es sobrecogedora. Da la impresión de un intermedio entre una obra inacabada del Génesis y el inicio del Apocalipsis. La fuerza de la naturaleza se impone y empequeñece al ser humano.

El drama de cinco pueblos que han quedado aislados por la desaparición del tramo de la carretera Quito-Lago Agrio, en el linde de Napo y Sucumbíos, tiene visos de enfermedad terminal. Su reubicación a lo largo de una variante del camino por la margen sur del abra será su única opción de resurgimiento. Pero podría tomar dos años. Una dura prueba para un Gobierno que anda emproblemado con la ejecución de tiempos en tantos frentes.

A nivel nacional hay una veintena de vías sujetas a tráfico parcial y cuatro de la red principal cerradas por derrumbes propios de la estación lluviosa. Un agravante es la falta de presupuesto del Ministerio de Obras Públicas y Transporte, MTOP, que dispone apenas de 320 millones de dólares, a más de otros 100 de endeudamiento autorizado. Insuficiente para atender la emergencia y menos el mantenimiento de la extensa malla vial a su cargo.

Ante la falta de recursos, durante el anterior Gobierno, el MTOP concesionó a varias empresas los tramos Santo Domingo-Buena Fe, Buena Fe-Babahoyo-Jujan y Naranjal-Huaquillas, pero, por motivos de desequilibrio de la ecuación financiamiento/peajes, en ninguna se está invirtiendo un dólar para ampliar las vías.

En buena hora que, por séptima ocasión, las secciones destruidas de los oleoductos, SOTE y OCP, y el poliducto Shushufindi-Quito, en la zona de Piedra Fina, han sido reparadas volviendo a bombear crudos y derivados, luego de remontar la montaña con pendientes de 60 grados. Aun así, el arreglo provisional no soportaría sino nueve meses y por entonces tampoco habrá una solución definitiva que tendrá que ser paralela a la construcción de la vía alterna. Otro dilema de tiempos.

El alivio es que la producción tiende a recuperar el medio millón de barriles por día en momentos que el precio internacional del petróleo es de 90 dólares, el mejor en siete años. Asimismo, la noticia del descubrimiento de un nuevo pozo productivo en el campo Perico, el primero en seis años.

Eventos que coinciden con el nombramiento de Ítalo Cedeño como gerente general de Petroecuador EP, que ha tardado ocho meses. Curiosamente será el primer ingeniero en petróleos en el cargo, al cabo de medio siglo de explotación hidrocarburífera de la amazonía, que se cumple en agosto de 2022. Su mayor desafío es transformar radicalmente la imagen del ente estatal tan venida a menos, a tal punto de ser paradigma de ineficacia y corrupción en un país plagado de tantos otros referentes institucionales indignos.

Incrementar la producción a un millón de barriles en siete años, convertir a la empresa en sociedad anónima en el mediano plazo, aprovechar reservas inexplotadas de 45.000 millones de barriles, en momentos que el mundo experimenta una rápida transición a energías renovables, son los principales indicadores que servirán para evaluar una gestión clave para la reactivación económica. (O)