Elección muy importante que puede marcar a Chile y al continente. En tendencia ha sido un país más bien económicamente exitoso y políticamente estable. Hace 50 años intentó un “experimento” con el comunismo de Allende y fracasó, como sucede siempre porque va en contra de la esencia humana y de principios básicos de la economía; ciertamente hubo (inaceptables) manipulaciones externas, pero el fracaso se debió a una visión intrínsecamente errada. Luego vino la dictadura de Pinochet que violó los derechos básicos de una manera absolutamente inaceptable, y en lo económico vaciló durante años hasta encontrar un mejor sendero, en gran medida seguido por los gobiernos posteriores del retorno a la democracia.

Los grandes lineamientos de ese sistema exitoso han sido:

Uno, apertura al mundo con multiplicidad de tratados de Comercio. Esto ha cambiado la estructura productiva, aumentando competencia y productividad (en esencia la base de la riqueza).

Dos, un cambio radical del sistema de jubilación hacia capitalización individual, que ha generado un gran flujo de ahorro, la posibilidad para la gente de elegir, mayor transparencia… y errores.

Tres, reglas para alcanzar cierto manejo sano (no siempre) de las cuentas fiscales. Así, endeudamiento y riesgo han mantenido niveles razonables. Además, independencia del Banco Central para no abusar de la política monetaria.

Cuatro, un Estado que intenta manejar bien sus funciones, pero al mismo tiempo con participación privada donde se la puede delegar (ej. seguridad social, educación).

¿Qué ha pasado en los últimos tiempos con el descontento expresado con violencia en calles y las urnas (mayoría de izquierda marcada en la Constituyente y eventual victoria mañana del también extremo Boric)? Muchas cosas. Según mi colega Luis Espinosa, “el capitalismo exitoso es aburrido, mejora la vida de la gente, pero sin aires de rebeldía” y cuando la gente mejora, busca ese otro lado más emotivo (sobre todo los jóvenes) y también sus expectativas crecen. Decepciones, como las pensiones que la gente juzga insuficientes… quizás sea una decepción porque no se les explicó bien los alcances reales, no milagrosos, del nuevo sistema. Un declive de la economía en los últimos diez años, muy ligado a excesivas políticas de redistribución y no de generación de riqueza, y se han frenado esperanzas futuras. El percibir mayor desigualdad (la gente juzga su vida también frente a los demás), y considerar que algunas provienen de situaciones injustas (corrupción, amistades políticas, etc.). Deterioro de la calidad de la política. Las redes sociales que amplifican insatisfacciones y el poder de movilizarse y opinar. Y un relato colectivo errado que hizo creer a la gente que no se logró el progreso alcanzado y se debía pelear por más “derechos sociales” imposibles de aceptar y financiar.

¿Mañana? Elección entre extremos (entendible en épocas de crisis). Elección entre generaciones. Se podrá escoger el experimento mil veces fallido del comunismo (quizás moderado en Chile por la apertura a los mercados). O alguien de derecha que inspira dudas por su pasado y declaraciones, pero tiene más posibilidades de “enmendar” hacia visiones razonables… Elección que no puede basarse solo en “quien genera menos miedo”... Mañana... (O)