La cocaína se expande como polen por aire, mar y tierra; cada día encuentra nuevas formas de propagación arrastrando a su paso víctimas humanas por el consumo desde temprana edad o por la violencia dentro de su cadena logística. Similar a la pandemia del coronavirus que provoca COVID-19 o su nueva variante ómicron.

Nuestro país es usado como tránsito, acopio y plataforma de exportación de cocaína; la mayor cantidad es producida en Colombia, paradójicamente la producción se incrementó durante el proceso de paz, y después de su firma, entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Colombia es un verdadero laboratorio de casos que demuestran el ingenio de los señores de la cocaína para establecer cadenas que unen al productor con el consumidor en cualquier parte del globo. Un ejemplo completo se puede leer en el libro Narcojet: cocaína para el mundo en aviones de lujo, de Martha Soto, periodista de investigación, colombiana; relata cómo se estableció una red delincuencial internacional mediante la infiltración en personas de buena conducta que laboraban por muchos años en empresas de alquiler y atención de aeronaves, controladores del espacio aéreo, militares de aviación y policías que operaban en el aeropuerto El Dorado de Bogotá, supuestamente el más controlado del mundo. Cuando fue descubierta la red, se pudieron conocer detalles de los movimientos de los organizadores, algunos de ellos viajaron al Ecuador en varias oportunidades desde el 2001 al 2017.

En Ecuador también hay episodios que no se pueden olvidar:

En el año 2012, unos kilos de droga fueron encontrados por la Policía italiana en la valija diplomática ecuatoriana; las investigaciones determinaron que los responsables fueron tres personas, un perro antinarcóticos que no olfateó bien y Ruga la Tortuga que abrió su caparazón dejando al descubierto la cocaína.

Una aeronave estuvo ilegalmente varios días en un hangar del aeropuerto de Quito, luego despegó y aterrizó en Esmeraldas y de allí despegó con rumbo desconocido; otra fue detenida en Galápagos con sus tanques de combustible vacíos, después de unos días alguien llenó sus tanques y decoló al infinito; algunas aeronaves que han aterrizado en pistas clandestinas y otras han caído.

La Contraloría General del Estado investigó el uso de los dos jets de lujo de la Presidencia de la República entre enero del 2012 y 2017, encontró indicios de responsabilidad penal, porque se realizaron 261 vuelos registrados al exterior, solo el 29,4 % correspondieron a viajes del exmandatario Correa. En las observaciones detalla: no se encontraron registros exactos de la carga y equipaje; no se evidenciaron en varias rutas el manifiesto de pasajeros; algunos destinos fueron países considerados paraísos fiscales.

Últimamente el Gobierno instaló con bombos y platillos un radar para el control aéreo en el cerro Montecristi y luego de pocos días quedó fuera de servicio por una explosión, hasta la presente no se conocen las causas.

Colombia es una cantera de casos inimaginables. ¿Estarán en proceso casos similares en nuestro país y nosotros distraídos con las cárceles? (O)