Esta semana, en redes sociales, circuló una hermosa fábula sobre un colibrí que acarrea agua en su pico para apagar un incendio forestal; también, horrendos relatos sobre pajarracos terroristas incendiarios, todavía desconocidos, que atentaron contra la integridad física y psíquica de destacados periodistas de distintos medios de comunicación. Los dos relatos entrecruzan el bien y el mal.

El colibrí y el fuego; una versión la atribuye a la cultura guaraní de Paraguay. En resumen: cierto día había un enorme incendio en la selva; todos los animales huían aterrorizados; de pronto, un jaguar vio al pequeño colibrí que sobrevolaba en la misma dirección y en dos sentidos. Le preguntó: “¿Qué haces, colibrí?”. “Voy al lago”, respondió; tomó agua con el pico y la echó en el fuego para apagar el incendio. El jaguar se sonrió. “¿Estás loco?, ¿crees que vas a conseguir apagarlo con tu pequeño pico tú solo?”. “No, yo sé que solo no puedo, pero esta selva es mi hogar, me alimenta, me da cobijo a mí y a mi familia. Yo hago mi parte”. La moraleja de las abuelas guaraníes: “¿Quieres atraer milagros a tu vida? Haz tu parte”.

Cápsula explosiva de uso militar se habría instalado en paquete que detonó en Ecuavisa

Los relatos que siguen impactando son las acciones terroristas contra los periodistas Lenin Artieda, de Ecuavisa; Mauricio Ayora, de TC Televisión; Milton Pérez, de Teleamazonas; y otros destinatarios, a quienes les enviaron en sobres cerrados por un servicio de correo una memoria USB (universal serial bus) o pendrive cargado con explosivo, con una supuesta información sobre casos de corrupción. Es un claro mensaje contra su vida, para acallar la libertad de expresión, y un ejemplo de que podría ocurrir a cualquier periodista o ciudadano.

La moraleja de las abuelas guaraníes: “¿Quieres atraer milagros a tu vida? Haz tu parte”.

Explosivos se expanden a todo el país

Se puso en evidencia la tecnología para ejecutar ataques con dispositivos electrónicos llamados USB Killer, que se venden libremente, para destruir el hardware de un computador mediante una descarga eléctrica acumulada de hasta 220 voltios. Parecería que a estos dispositivos les han incorporado algún explosivo plástico moldeable, lo que constituye un acto terrorista.

Nuestro COIP dice: “Art. 366.- Terrorismo. - La persona que individualmente o formando asociaciones armadas provoque o mantenga en estado de terror a la población o a un sector de ella, mediante actos que pongan en peligro la vida, la integridad física o la libertad de las personas (…), será sancionada con pena privativa de libertad de diez a trece años”.

Contrarrestar el terrorismo, la violencia y el crimen contra el periodismo es proteger la libertad de expresión de todos los ecuatorianos. ¿Llegará a ser posible que deban trabajar con chaleco, gafas, cascos y máscaras antiexplosivos? ¿Recurrir a un seguro médico antiterrorista o encerrarse en una cabina blindada?

En Colombia y México han sido asesinados varios periodistas; algunos sufrieron dos muertes: la física y la moral, porque aparece la sospecha de vinculación con alguna actividad delincuencial.

¿Colibrí o pajarraco? Si somos colibríes, apliquemos la moraleja de la fábula: ¡haz tu parte! Si recibes un pendrive de origen desconocido, piensa varias veces antes de insertarlo en tu ordenador: podría ser de algún pajarraco terrorista. (O)