El Gobierno ha conseguido 18 millones de vacunas que serán entregadas en el transcurso del año. Mientras que la mejor forma de asegurar la oferta, distribución y aplicación de las vacunas es permitiendo que funcione el mercado, por lo menos debemos tratar de aprovechar al máximo las vacunas conseguidas.

Enhorabuena, el Gobierno permitió que el sector privado y los municipios puedan importar vacunas. Otro paso favorable sería que apruebe rápidamente otras vacunas que ya han demostrado ser seguras y eficaces en otros países.

Los ciudadanos deberían tener la libertad para elegir entre las dos alternativas del mundo real: tener algo de protección o nada de protección mientras esperan en la cola a que les llegue una vacuna de la oferta procurada por el Gobierno.

Las vacunas conseguidas por el Gobierno están llegando a cuentagotas y una manera de paliar la escasez es adoptar políticas para “estirar” la oferta como lo ha hecho el Reino Unido. El economista Alex Tabarrok, de George Mason University, indica que retardar la aplicación de la segunda dosis de las vacunas de Pfizer-BioNTech, AstraZeneca y Moderna podría duplicar automáticamente las vacunas disponibles. Tabarrok dice que si la escasez de vacunas no fuese un problema, estaría bien seguir los protocolos establecidos en las pruebas clínicas, pero que “la pandemia nos obliga a realizar sacrificios… ¿Es mejor darle una segunda dosis a una persona, elevándolos de una protección de 80 a una de 95 por ciento (Moderna y Pfizer), o darle una primera dosis a otra persona, elevándolos de 0 a 80 por ciento? La ética y la eficiencia ambas sugieren que es mejor proteger a dos personas bien en lugar de proteger a una al máximo nivel. También es una ruta más rápida para lograr la inmunidad de rebaño”.

Tabarrok agrega que como cualquier decisión en un contexto incierto, esta conlleva riesgos. Hay la posibilidad de que el virus mute en las personas que han recibido solo una dosis, pero hay un peligro muy superior de que el virus mute en una población no vacunada. Entonces, “retardar la segunda dosis para incrementar las primeras dosis reduciría el riesgo de mutación”.

Siguiendo este razonamiento, el Gobierno del Reino Unido ha retardado la aplicación de las segundas dosis hasta doce semanas. En el caso de la vacuna de AstraZeneca los datos reales de dicho país muestran que la eficacia incluso mejora retardando la aplicación de la segunda vacuna (82,4 esperando 12 semanas vs. 54,9 por ciento esperando solo tres semanas), cosa que no se hizo en las pruebas clínicas precisamente para acelerar el proceso de aprobación de las vacunas. Otro hallazgo es que las personas previamente infectadas puede que ni siquiera obtengan beneficios de una segunda dosis, lo cual podría resultar en otro ahorro de vacunas. Frente a la realidad de una escasez aguda de vacunas, el Gobierno debe hacer todo lo posible para estirar la oferta existente mediante la aprobación de más vacunas, permitir que estas que no considera idóneas sean ofertadas en el mercado, y la adopción de la política de las “primeras dosis primero”. Si continuamos esperando que se desarrolle el programa de inmunización con las vacunas que llegan a cuentagotas, no lograremos la inmunidad de rebaño tan rápido como lo deseamos. (O)